En la antigua Roma, las mujeres consideradas respetables debían dejarse besar no solo por su marido sino por sus parientes masculinos más cercanos. Esta práctica, llamada Ius osculi (derecho de beso) servía para comprobar que no hubieran bebido vino.
Roma, siglo I a.C. Tras una mañana de trabajo en los
tribunales, el magistrado arco Quincio Flaminino (personaje ficticio) vuelve a
su casa. Su esposa lo recibe con un beso en la boca, al que él responda con un
gesto de aprobación, no tanto por el afecto de su mujer, sino porque gracias a
eso ha podido comprobar que ella no ha bebido vino en su ausencia, algo
imperdonable para una buena madre romana.
„El Ius osculi o derecho de beso permitía al marido y
familiares cercanos de una mujer honesta besarla en la boca para asegurarse que
no había bebido vino”
El consumo de vino estuvo prohibido a las mujeres durante
gran parte de la historia de Roma: se consideraba que podía empujarlas a la
infidelidad e incluso que tenía propiedades abortivas.
Prohibido beber vino
La prohibición era severa: una mujer que diera „positivo” en
esa dudosa prueba de alcohol podía ser castigada por su marido, o por sus
familiares directos sin necesidad de un juicio público. La mujer podí ser
encerrada en una habitación, apeleada o incluso asesinada ya que la palabra de
su tutor legal bastaba como prueba. Sin ebargo, raramente se llegaba a tales
extremos y el encierro en casa se consideraba castigo suficiente. El solo hecho
de encontrarla en posesión de las llaves de la bodega o de haber estado ausente
sin compañía de un miembro masculino de la familia bastaba para despertar las
sospechas. La ley establecía que el derecho al beso podía y debía observarse
cada día. Eso no significa que lo ejercieran siempre, aunque los maridos más
conservadores querrían comprobar la honestidad de su mujer cuando volvían de
trabajar.
La prohibición solo valía para las mujeres consideradas
honestae, es decir respetables. Un mundo aparte eran llamadas probrosae, las „desgraciadas”,
un término que engloba todas las ocupaciones que los romanos no consideraban
respetables en una buena mujer: prostituas, bailarinas, actrices, cantantes o
camareras entre otras.
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