martes, 16 de febrero de 2021

El derecho de beso

En la antigua Roma, las mujeres consideradas respetables debían dejarse besar no solo por su marido sino por sus parientes masculinos más cercanos. Esta práctica, llamada Ius osculi (derecho de beso) servía para comprobar que no hubieran bebido vino.

Roma, siglo I a.C. Tras una mañana de trabajo en los tribunales, el magistrado arco Quincio Flaminino (personaje ficticio) vuelve a su casa. Su esposa lo recibe con un beso en la boca, al que él responda con un gesto de aprobación, no tanto por el afecto de su mujer, sino porque gracias a eso ha podido comprobar que ella no ha bebido vino en su ausencia, algo imperdonable para una buena madre romana.

„El Ius osculi o derecho de beso permitía al marido y familiares cercanos de una mujer honesta besarla en la boca para asegurarse que no había bebido vino”

El consumo de vino estuvo prohibido a las mujeres durante gran parte de la historia de Roma: se consideraba que podía empujarlas a la infidelidad e incluso que tenía propiedades abortivas.



Prohibido beber vino

La prohibición era severa: una mujer que diera „positivo” en esa dudosa prueba de alcohol podía ser castigada por su marido, o por sus familiares directos sin necesidad de un juicio público. La mujer podí ser encerrada en una habitación, apeleada o incluso asesinada ya que la palabra de su tutor legal bastaba como prueba. Sin ebargo, raramente se llegaba a tales extremos y el encierro en casa se consideraba castigo suficiente. El solo hecho de encontrarla en posesión de las llaves de la bodega o de haber estado ausente sin compañía de un miembro masculino de la familia bastaba para despertar las sospechas. La ley establecía que el derecho al beso podía y debía observarse cada día. Eso no significa que lo ejercieran siempre, aunque los maridos más conservadores querrían comprobar la honestidad de su mujer cuando volvían de trabajar.


Varios historiadores de finales de la República y principios del Imperio hacen mención a este derecho, que según la tradición habría sido establecido por Rómulo, el fundador de Roma. Estuvo vigente como mínimo hasta el reinado del emperador Tiberio (14-37 d. C.). el cual intentó prohibirlo o como mínimo limitarlo a los casos en los que existiera la sospecha fundada de que la mujer había estado bebiendo. El motivo fue más practico que moral, que la costumbre de besarse cada día con diversos parientes favorecía la transmisión de enfermedades, esepcialmente el herpes.

La prohibición solo valía para las mujeres consideradas honestae, es decir respetables. Un mundo aparte eran llamadas probrosae, las „desgraciadas”, un término que engloba todas las ocupaciones que los romanos no consideraban respetables en una buena mujer: prostituas, bailarinas, actrices, cantantes o camareras entre otras.



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